1 de Octubre 2020

Para alcanzar una república digital

La crisis del covid-19 no solo nos está enseñando que estar conectados es más importante ahora que antes. También ha dejado al descubierto nuestras falencias. Por ejemplo, solo el 50% de los estudiantes en Chile tiene internet en su casa, según el Ministerio de Educación. Miles de alumnos que no cuentan con dispositivos para conectarse a la web, o solo tienen un aparato en casa y deben compartirlo con hermanos o parientes.

La desigualdad que reflejan estas cifras es evidente y medible, por lo que es posible estimar el tamaño de la brecha – de acceso y equipos -, y así avanzar para emparejar la cancha. El acceso a internet no solo debe estar garantizado para algunas comunas de a Región Metropolitana, sino que para todo el país, si es que queremos alcanzar algún día a las sociedades desarrolladas.

Para lograr necesitamos de una buena “matriz digital” que garantice el acceso seguro, rápido y confiable a internet, ya sea fija o móvil. Para esto es fundamental avanzar en la “urbanización digital” del país, con cables de fibra óptica para llegar hasta los lugares más apartados, y que, mediante las antenas de telefonía móvil, permitan acceso con 3G, 4G y a futuro 5G, e iluminar sectores con WiFi provista por el Estado, de acceso gratuito, en áreas de uso común o públicas. 

Asimismo, se requiere urgentemente un “Estado Digital” que les resuelva los problemas a los ciudadanos de forma rápida y efectiva, con todos los tramites en línea e incluso con el derecho a relacionarse exclusivamente de forma online con los servicios públicos.

El Estado debe entregar una identidad en que prime la “confianza digital” con los ciudadanos, lo que en algunos pauses se logra con un carnet de identidad con chip, junto a una contraseña, como la “Clave Única”, y para ciertas transacciones más seguras un tercer factor. Siguiendo esta misma línea, el Estado tiene que definir el modelo de interoperabilidad de los datos y los mecanismos de protección de la información.

Esta cultura digital comienza con la “alfabetización digital” a edad temprana. La educación primaria, secundaria y superior también tiene que adoptar los ajustes necesarios para que la tecnología digital forme parte de la malla. Debemos ser capaces de cambiar de usuarios de tecnología digital a desarrollares de esta, y disminuir la brecha de genero en esta materia.

Fuente: La Segunda

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