11 de noviembre 2021

Voto electrónico: ¿Una alternativa a futuro?

Durante las últimas elecciones fue uno de los temas más comentados. Ante la distancia física impuesta por el Covid-19 para restringir las posibilidades de contagio, el voto electrónico se planteó en algunos sectores como una posibilidad, mientras que otros señalaron que podría significar un riesgo para la legitimidad y trasparencia de los procesos. Más allá de los cambios legales a lo que se debería recurrir para poder instalar este modelo -puesto que existen regulaciones que aseguran la completa privacidad entre el emisor del voto y su preferencia-, existen también cuestiones generacionales y socioculturales.

“Voto electrónico: ¿Una alternativa a futuro”, fue nuestro tema de este jueves en Conversaciones Piensa Digital. El periodista Alejandro Alaluf estuvo con cuatro invitados: el senador Kenneth Pugh; Marcela Pérez de Arce, consultora en marcas de La Vulca Marketing; José Miguel Piquer, socio fundador de EVoting y Juan Carlos Lara, codirector ejecutivo de la ONG Derechos Digitales.

De acuerdo al más reciente estudio “Chilenografía”, de La Vulca Marketing, el 80% de los encuestados nacionales dijo que sí votaría de forma digital y remota si es que existiera la alternativa. Pero solo un 55% de ellos confiaría en los resultados. Marcela Pérez de Arce, consultora en marcas de la firma, afirmó que los que menos confían son los más jóvenes, particularmente la Generación Z, y proveniente de los sectores D y E, de los quintiles más bajos de ingreso. “Tienen una diferencia con otros segmentos, probablemente por la mayor lejanía y que explica que existan brechas digitales”, comentó.

El voto electrónico es una medida que se ha instalado ya en algunas ocasiones en diversos países y localidades. Pero aún resta por hacer en Chile. La República Digital, dijo el senador Kenneth Pugh, es algo que debiese estar incluido en la nueva Constitución, “pero recién estamos partiendo”. Más allá incluir nuevos sistemas, afirmó que “la digitalización no es solo un tema técnico, sino también hay que transformar a las personas” y a nivel nacional aún nos falta por madurar en estos temas. “El sistema completo debe madurar, mínimo unos cinco años, y el voto electrónico podrá ser factible antes, pero necesitamos generar conocimiento y criptografía propia”, señaló, y luego añadió: “aunque hayan votaciones electrónicas, puede que la abstención se mantenga, pero es porque los candidatos no convencen”.

Australia, México, Canadá, Francia y Argentina, por nombrar unas pocas naciones, han intentado implementar el sistema para algunas de sus procesos. Pero el de Estonia es, quizás, uno de los ejemplos más emblemáticos. De hecho, se estima que en las elecciones parlamentarias de 2019 en ese país, los votos emitidos en línea -el I-voting, como le denominan- alcanzaron cerca de un 45% del total de los escrutinios y es considerado un orgullo local por combatir el absentismo electoral. Y que no solo incentiva a aquellos ciudadanos en localidades más remotas, sino también a quienes estén en el extranjero.

José Miguel Piquer, socio fundador de EVoting, planteó que hay que comenzar realizar pilotos y analizar los distintos caminos. Pero que ante el constante avance tecnológico, es algo que sucederá más temprano que tarde. “Hay muchos problemas de este tipo -chilenos en el extranjero, reclusos, entre otras partes de la ciudadanía y que no pueden emitir sufragio- que se podrían resolver con incrementos tecnológicos”, señaló. Y propuso que, idealmente, se podría comenzar con un espacio pequeño de la población, “que nos permite no cuestionar los resultados de la población completa”. “Pero en Chile hemos sido muy rígidos”, apuntó.

A nivel local, en Chile la brecha de alfabetización digital aún es alta y habría que mantener un sistema que permita la convivencia entre el modelo tradicional de papeletas y voto en línea, para así hacer una transición no invasiva. También habría que implementar mayores resguardos con respecto a la seguridad de la información y la total privacidad de las preferencias de la ciudadanía. Una de las ventajas que tiene el método actual es que los usuarios, al depositar un voto sellado en una urna y sin número de identificación, no se ven vinculados directamente a su elección, pero habría que estudiar cómo proteger aquello en la red.

Juan Carlos Lara, codirector ejecutivo de Derechos Digitales, apuntó justo en ese punto y recordó que la presencia de las urnas transparentes no es “algo simbólico”, sino que para dar la certeza al emisor ciudadano que su voto está adentro de un contenedor sellado, sin peligro alguno aparente que su preferencia se filtre. Hizo también la diferencia, como en otros países, de los distintos votos electrónicos. Por ejemplo, el electrónico pero presencial, que se realiza en una máquina, que envía la preferencia de forma instantánea y se genera un registro en papel. Pero también el sufragio en línea. “La simpleza del voto presencial permite que no hagamos escrutinios de sistemas tecnológicos complejos”, afirmó, y luego añadió que es importante comprender la tecnología como un medio para cumplir los propósitos, mas no la totalidad.

¿Cuáles son las problemáticas para implementar un sistema como estos en Chile? Revisa más en el video que acompaña a esta nota.

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Fuente: La Tercera

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